viernes, agosto 26, 2011

YO, ESCRITOR

A veces no hay qué escribir; y aún así, escribo.
A veces hay mucho qué escribir; y aún así no lo escribo; pero incluso entonces, escribo.
¿Por qué? Porque es un placer intelectual para nada efímero el plasmar en papel, legible e inentendiblemente, ironías que merecen (o al menos obligan a) ser leídas más de una vez.
¿Cierto o no? Cierto (o no). Ja, ja.
Lo siguiente es pura especulación.
¿Será que algo me quiero enseñar de mis descubrimientos o experiencias supra-psúkicas con todo esto? Es que a veces, cuando estoy conscientemente feliz y tengo la oportunidad de ejercer comunicación algo significativa (e.g. la presente) lo que ocurre es que me dan ganas de expresar tristeza. Pero solo a veces. Muy a veces. Pero, bueno, era por escribir algo que en síntesis no fuera nada sino algo y ya.
Como la vez que publiqué en Facebook: I would rather like smiles... They’re free... And wireless :). No tenía intención de referirme a nada, solo quería ponerlo porque sonaba interesante, pura tusa. Y aún así tuvo un Like C.
Qué feo empezar un párrafo aquí. (Se termina la página)
(Se voltea la página) Así de fácil.
Fácil se tilda. Ya lo sabía, pero qué vacilón, ¿verdad?
Bien, ya escribí la introducción irónica, una explicación aburrida, un chiste privado, una aclaración que podía permanecer tácita, una espirituosa introspección libre de absolutos y grasas trans, ya jugué de vivo con el Face, el inglés as well (‘seas mío.), me la jugué con la estética del ensayillo, y compartí una observación de esas que le recuerdan a mis amigos que sí, soy raro, ya lo dije. (Y ya me inyecté.  Me senté a escribir, ahora quién me aguanta.)
Solo me falta una protesta a la realidad impersonal, de carácter personal, de esas que pasan por una crisis existencial echándome la culpa por todo lo malo habido y por haber en el complejo Todo, capeándome lo irracional de lo anterior por ser por escrito, y desembocando en el cabo de la esperanza, donde rompen suavemente las olas de la paz... (¡Ñaá, dónde vive!)
Suave. Se me olvidó decir, también ya había inventado usado palabras compuestas de etimología helénica, y hecho efectiva mi licencia prosaica (no es lo que suena...) para graficar caracteres meta-alfabéticos.
Pero eso sí, el final hippie poético del párrafo tras anterior no es parte de mi escuela en realidad.
Tengo hambre. Y ya oigo yigüirros.
Fue divertido, aquí quedó. (19/05/2011 - 03:39am)

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