miércoles, noviembre 23, 2011

De pastillas, jarabes, inyecciones, papelitos y frustraciones.


Ya es suficiente.

Me da demasiada cólera este asunto cada vez que ando enfermo. No la enfermedad en sí, sino el inconcluyente proceso de  tener uno que probar que de verdad está lo suficientemente enfermo como para no poder trabajar.

Resulta que yo me enfermo muy a menudo, pero igual voy a trabajar (las razones las pueden encontrar más adelante). De hecho, lo que yo digo es que siempre estoy enfermo, solo que a veces no se nota porque estamos acostumbrados. Pero en este caso, como en otros anteriormente, de verdad estoy lo suficientemente mal como para no poder ir a trabajar. Y aún si pudiera ir, ya estando ahí no podría trabajar, como fue evidente desde el miércoles pasado. Me mandaron para la casa...

Ahí comenzó todo. Ese día estaba brindando un casi excelente servicio al cliente por teléfono para una compañía gringa. Casi. Podría haber sido excelente, pero tenía una tos increíblemente majadera, y un dolor muscular que no me permitía concentrarme como quisiera. La médico de la empresa me dijo que me estaba entrando un cuadro infeccioso, que eso dura de diez a 15 días en salir, y que sale solito. Me mandó con una boleta de reposo, y con la instrucción de que si seguía mal fuera al día siguiente a la clínica o al ebais (e.d. centro de salud comunal). Yo me pregunto, ya que es un cuadro infeccioso, que dura de diez a 15 días en salir y que ese era el primer día de los síntomas, ¿no era obvio que al día siguiente iba a seguir mal, e incluso peor? Y ya que fue suficiente razón para no seguir trabajando ese día, ¿no era obvio que al siguiente tampoco iba a poder?

Bien, resulta que al día siguiente su servidor fue de majadero a trabajar, a brindar un deplorable servicio al cliente y a subir negativamente sus tiempos por llamada. Todo esto por que sabía el dolor que le esperaba si intentaba justificar su ausencia al trabajo por medio del así llamado sistema de “Seguro Social”, supuesto orgullo de su país. Pero el excesivo aire acondicionado de la empresa (gringa como ella sola) hizo juego y loco con la incesante tos logrando que, ahora sí, el viernes le fuera imposible a este trabajador ir a trabajar.

Viernes. Me veo obligado a acudir a tal sistema de “Seguro Social” en busca de una cura y una justificación por la ausencia. El ebais  es una pega, y es un párrafo aparte. Por lo que fui a una Clínica, a la que no me toca ir.

Sí. El ebais de San Sebastián es una pega. No sirve. De las personas que puedan estar necesitando atención médica y que les corresponda este centro, solamente se atiende como el 10%. Cualquiera que haga la prueba se va a encontrar con lo mismo que yo: Vaya a sacar cita y le dicen que ya no hay, que pida una por teléfono. Llame por teléfono y le dicen que las citas por teléfono son para el día siguiente, y que por cierto ya no hay. Le aconsejan que madrugue para hacer fila antes que abra el centro a las siete de la mañana. Usted llega antes de las siete y ya se repartieron las fichas para sacar cita. Seringa. Usted sigue yendo cada  vez más temprano, y se encuentra que hay que ir a las cinco de la mañana o antes para agarrar una de esas fichas ¡Qué inventos!

Entonces, viernes. Fui a la Clínica a la que no me toca ir, y por lo tanto no puedo sacar cita ahí. Voy por “Urgencias”. Me atienden, me dicen lo mismo que la médico de la empresa, me mandan un jarabe, unas pastillas, una inyección y un papelillo de constancia, para justificar. Me dicen lo mismo, cuadro infeccioso, de diez a 15 días.  Y nada de lo que me recetaron es más que para calmar síntomas. Se cura solo.

Lunes. Sigo mal. Muy mal. Ahora el problema está en la garganta, y pues que con eso trabajo yo. Vuelvo a la clínica y me regañan por seguir yendo a donde no me toca. Me dicen lo mismo, me mandan lo mismo, me inyectan lo mismo. Esta vez el doctor me dio la incapacidad por ese día, por haber faltado al trabajo. Pero sólo por ese día. Repito, ¿no era obvio que al día siguiente tampoco iba a poder trabajar con la garganta así? Y efectivamente, el martes estuve peor.

Martes, vuelve el majadero a la clínica, porque no puede trabajar así. Y por harto que esté de la misma retahíla todos los días, pues tiene que justificar de una u otra forma. El médico me dice que no se puede dar incapacidad por lo mismo dos veces en “urgencias”. Pero no puedo sacar cita ahí... Y nunca se puede en en el ebais... (¿Ya va tomando forma la frustración?) Y de nuevo lo mismo: regaño, pastillas, jarabe, inyección, papelito... Esta  vez ni pasé por los medicamentos, ni la inyección. Entonces estoy obligado a pulsearla en el ebaisucho ese.

Miércoles. Mi papá fue a quién sabe qué horas de la madrugada, cuando salió a trabajar, y logró conseguirme una cita. Es mi héroe.

Me levanto con la peor de las infecciones en la garganta, ya llegando a bronquitis. Voy al ebais, con la ilusión y esperanza  de que finalmente me den una incapacidad de algunos días para ver si puedo curarme en paz...

¡Adivinen! Pastillas, jarabe, inyección, papelito. Sin regaño esta vez. Le hablé a la “doctora” y le conté toda la historia, y el por qué necesito una incapacidad. Prácticamente le dije lo que está aquí escrito. “Es que eso no califica para una incapacidad”, así de fácil.

Pues sí, ella es médico y yo no. Pero... ¡Quién dice! ¡A quién de ellos le rebajan el sueldo por dar una cochina incapacidad a un trabajador que no puede trabajar por razones de salud! Para eso existen, ¿cierto? Para eso tiene uno una orden patronal. Para eso me rebajan 40000 colones al mes del sueldo. Para eso les pagan a ellos.

Y aquí estoy, harto. Frustrado. Escribiendo para nadie una queja larguísima que no va a lograr ni cambiar nada en ese sistema idiota que no sirve más que para pastillas, jarabes, inyecciones y papelitos. Y nada de eso cura.

Estoy harto. Ya es suficiente.


lunes, septiembre 19, 2011

ELLOS LO SABEN, Y AÚN ASÍ...

Igual en cada caso. “¿Y cómo está? Su vida y así...” le pregunté una vez más. Su respuesta comenzó con “Diay...” Y el resto no, sí es diferente en cada caso particular.


No sé si es porque cerca mío ha estado sucediendo más, o si de verdad es algo raro que está pasando últimamente; pero parece que una ola de degradación, principalmente espiritual, se está apoderando de varios a mi derredor. Quiero decir, no por estar a mi derredor, pero casualmente lo están. Y, pues, casi siempre hay alguien que anda pataleando y hay que ayudarle, o quien la verdad se destapó y ya no le importa nada. Casi siempre, digamos, para no ser pesimistas. Uno que otro por acá y por allá. Pero ahora me refiero a una verdadera ola, una epidemia. Creo que es algo, y que de verdad debería alarmarnos y movernos. Ya lo dije, así que no puede simplemente ignorarlo.


¿Cuál es el punto de estar mal? ¿Por qué alguien decidiría estar mal? Pues son muchos los que andan así, aunque quién sabe si lo deciden o no. Fijo algunos sí, aunque el asunto no es juzgable. Y la pregunta va a que hacen lo que hacen a pesar de estar conscientes de que están mal, de que no van a ningún lado, de que les va a doler, de lo que están destruyendo, de lo que les costó construirlo, a ellos y a otros...


Pues sí, es cierto. Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! De verdad cosas feas. Y ninguno piense que estoy haciendo alusión a alguien en específico (más que a Vallejo). Todos los que están mal tienen y tendrán alguna excusa así de pesada y conmovedora como la suya, que será verdadera como historia, y única como sufrimiento, pero no efectiva como excusa. Hay formas de lidiar con cosas irreparables, siempre. Y no quiero sonar insensible, más de uno sabe que he llorado por ellos y sus penas, y que les he querido ayudar de una u otra forma, mínimo escuchando y empatizando. Sí, yo, empatizando. Más bien, en uno que otro caso me ha dolido el descaro de la persona para despreciar el interés y esfuerzo de uno y las ganas de ayudar; la amistad, la hermandad.


Y es que, uno qué le va a decir a esa persona, si es suficientemente inteligente; si el solo hecho de que uno le llame, le mensajee o se le acerque ya le hace pensar en lo que uno fijo le va a decir. Porque ya lo sabe, y bien sabido. Es decir, igual uno le dirá lo que hay que decir, que reclamar, que predicar; uno le habla, uno le busca, y no por deber (¿Cuál deber, por cierto? ¿Ante quién?). Pero todo radica al fin y al cabo en que le dé la gana. Es más, ni eso. Todo radica en que Dios le pegue una buena quebrada hasta el suelo y le haga humillarse, y despertar. Llorando, pero finalmente despertar. Y ellos lo saben, y aún así...


Yo tampoco he estado bien todo el tiempo, ¿sabe?. Y yo también he pensado hacerme un desastre de mi vida para ver a quién le importa (sólo por curiosidad, claro ¬¬) Yo también he creído tener excusa suficiente para volverme loco, para dejar de creer, según uno. Yo he pensado, y sé que es cierto, que tendría más plata, más amigos, más vida social, que sería más popular y atractivo, más divertido para muchos, y que gente que amo sería más cercana y sincera conmigo, si yo estuviera mal. Y eso me ha tentado. Por eso hablo, de hecho. Pero simplemente, creo que si llego a estar mal al final nada de eso valdría la pena, porque tengo algo que sí: Estar bien.


Sí, la entrada es larga. Gracias por llegar hasta aquí, por cierto... Pues diay, si escribo tanto es por algo. Esto me roba la mente, ocupa mi corazón; son mis hermanos. Y no es cliché cristiano. SON MIS HERMANOS, y son mi vida, así fui creado. Y todo esto para mí es alarmante. Duele. Daría mi vida por ellos, por que vuelvan a estar bien, por que vuelvan a ser los de antes. Por que vuelvan...


Y usted. Daría lo que fuera por que vuelva, ¿escuchó? Vuelva, por favor...


Algún día el vacío le va a doler demasiado. Espero que vuelva antes de eso...

viernes, agosto 26, 2011

YO, ESCRITOR

A veces no hay qué escribir; y aún así, escribo.
A veces hay mucho qué escribir; y aún así no lo escribo; pero incluso entonces, escribo.
¿Por qué? Porque es un placer intelectual para nada efímero el plasmar en papel, legible e inentendiblemente, ironías que merecen (o al menos obligan a) ser leídas más de una vez.
¿Cierto o no? Cierto (o no). Ja, ja.
Lo siguiente es pura especulación.
¿Será que algo me quiero enseñar de mis descubrimientos o experiencias supra-psúkicas con todo esto? Es que a veces, cuando estoy conscientemente feliz y tengo la oportunidad de ejercer comunicación algo significativa (e.g. la presente) lo que ocurre es que me dan ganas de expresar tristeza. Pero solo a veces. Muy a veces. Pero, bueno, era por escribir algo que en síntesis no fuera nada sino algo y ya.
Como la vez que publiqué en Facebook: I would rather like smiles... They’re free... And wireless :). No tenía intención de referirme a nada, solo quería ponerlo porque sonaba interesante, pura tusa. Y aún así tuvo un Like C.
Qué feo empezar un párrafo aquí. (Se termina la página)
(Se voltea la página) Así de fácil.
Fácil se tilda. Ya lo sabía, pero qué vacilón, ¿verdad?
Bien, ya escribí la introducción irónica, una explicación aburrida, un chiste privado, una aclaración que podía permanecer tácita, una espirituosa introspección libre de absolutos y grasas trans, ya jugué de vivo con el Face, el inglés as well (‘seas mío.), me la jugué con la estética del ensayillo, y compartí una observación de esas que le recuerdan a mis amigos que sí, soy raro, ya lo dije. (Y ya me inyecté.  Me senté a escribir, ahora quién me aguanta.)
Solo me falta una protesta a la realidad impersonal, de carácter personal, de esas que pasan por una crisis existencial echándome la culpa por todo lo malo habido y por haber en el complejo Todo, capeándome lo irracional de lo anterior por ser por escrito, y desembocando en el cabo de la esperanza, donde rompen suavemente las olas de la paz... (¡Ñaá, dónde vive!)
Suave. Se me olvidó decir, también ya había inventado usado palabras compuestas de etimología helénica, y hecho efectiva mi licencia prosaica (no es lo que suena...) para graficar caracteres meta-alfabéticos.
Pero eso sí, el final hippie poético del párrafo tras anterior no es parte de mi escuela en realidad.
Tengo hambre. Y ya oigo yigüirros.
Fue divertido, aquí quedó. (19/05/2011 - 03:39am)

domingo, agosto 21, 2011

THE CLAIM

Quiero que me devuelvan mi paraguas.
Quiero que me devuelvan el chat de Facebook.
Quiero que me devuelvan el montón de fotos y videos que se fueron en el disco duro viejo.
Quiero que me devuelvan el celular de mi abuela, no valía el asalto.
Quiero que me devuelvan mis 16.
Quiero que me devuelvan mis palabras.
Quiero que me devuelvan las mensualidades de las “clases de piano”.
Quiero que me devuelvan la cinta hasta la parte que me perdí.
Quiero que me devuelvan mi forma de ser de antes.
Quiero que me devuelvan a mi vocación.
Quiero que me devuelvan el dinero, no un cambio de producto.
Quiero que me devuelvan el Hiper Más.
Quiero que me devuelvan la Triple con Baccon.
Quiero que me devuelvan mis amigos, ya lo dije.

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